Picos nevados

Es la zona más alta de la montaña, ya que no es conocida por su gran altitud. Aquí se disfruta del aire más limpio de toda la zona de la academia.

Volvía de atender un par de asuntos importantes en un pueblo montañoso de los alrededores. La verdad es que ninguna de las personas con las que había tratado me habían respondido con amabilidad pero, por suerte, lo único importante en el mundo de los negocios es la colaboración y el mantener vigilados a aquellos de los que no te fías. Y eso mismo pensaba hacer yo, ya verían como cuando me la intentan jugar, me vuelvo lista de golpe

Mis sentidos me avisaron de que debía salir de mi ensimismamiento, habían detectado presencias en las proximidades. Me fijé y vi que eran las adorables gemelitas y la siempre gélida Kirtash, acompañada por su siempre fiel compañero gatuno. Las conocía a todas, superficialmente, pero me parecían realmente todas un encanto. Lo malo de leerte sus fichas mientras te comes un bollito de chocolate... Terminas por asociarlas con un sabor taaan sumamente dulce.

-Hola, mis queridas alumnitas- saludé cuando me había acercado lo suficiente a ellas. Mi querido Meemai también salió de mi ropa y saltó a mi hombro para decirles un "cuiic", a modo de saludo. Me sorprendió el hecho de que fuesen tan desabrigadas todas, pero no comenté nada porque sabía que si se ponían enfermitas, Meemai y yo nos divertiríamos cuidándolas en la enfermería. ¡Qué bella vida la nuestra! -¿Qué estábais haciendo, alguna trastada ya?- pregunté, enarcando una ceja, pero con una leve sonrisa. Eran tan lindas, que hasta me costaba reñirles. Meemai lo notó, así que se puso su atuendo detectivesco: Gabardina y monóculo, con pipa que hace pompas de jabón. Una vez bien vestido para la ocasión, comenzó a escudriñarles con la mirada, mientras con una mano sostenía la pipa, de donde salían miles de pompitas.
No pude evitar ensanchar mi sonrisa y reir por lo bajo, mientras me tapaba la boca con una mano, disimulando como que me estaba colocando el pelo.

Al ver todo aquel alboroto solo por haber llegado yo, aún sin saber si debía interpretarlo de tal modo o del contrario, no pude evitar sentirme privilegiada y querida por las niñas. Evidentemente, como me querían tanto, no podía decirles que no a un jueguecito de nada -Claro que juego, ¿a qué será esta vez?- les pregunté, con una sonrisa alegre, mientras le guiñaba el ojo a Happy, quien ahora mismo, se encontraba encima de mi hombro.

Me imaginé jugando a las palmitas con las niñas, al pilla-pilla, al escondite (inglés y no-inglés), al veo veo y a muchas cosas más. Todo eran hermosas visiones a mi entender. Era como regresar a mi ya tan lejana infancia. ¡Me sentía una mujer nueva y rejuvenecida!

Cuando bajé de la nubecita de algodón que se había formado en mi cerebro, fue justo a tiempo para darme cuenta de que Happy estaba presionando a la peliverde para que jugase con nosotros -Vamos, Happy, no seas malo con ella. Kirtash necesita tratar consigo misma, ¿vale? Mientras, nosotros jugaremos con las niñas y, si se quiere apuntar, puede venir cuando quiera - traté de convencer a mi gatuno amigo.

Cuando me percaté de que Meemai había desaparecido, me giré de golpe para buscarlo. Lo encontré en la rama, al lado de Kirtash, tomando notas en una libreta, cual detective.
Un momento, ¿¿desde cuando Meemai sabe escribir??
Ver para creer...

Me alegró que mis palabras le sirviesen de ayuda a Kirtash, dejándola pensar a su aire, e incluso irse a cazar, que era precisamente lo que parecía que estaba tratando de hacer, mientras Meemai la miraba echando pompitas a su alrededor y anotaba... Algo. Ya me enteraría dentro de un rato de qué anotaba.

Me di cuenta de que había echado a correr, aún estando sumida en mis pensamientos. Tener el instinto hiperdesarrollado era muy cómodo, especialmente en este tipo de situaciones, repentinas.

Corrí hasta que me alcé sobre la copa de un árbol. Me sentía como una madre con las hijas que nunca tuvo, pero que tenía ganas de achuchar... Siempre me rejuvenecía jugar al pilla-pilla con unas niñas tan amables y serviciales. Había, incluso, llegado a mis oídos que la mayoría de los estudiantes no se fiaban de ellas. ¡Mira que había que ser cobardes! Pero si eran una monada...

Pues eso, que me quedé esperando sobre la copa de un árbol mientras buscaba a Happy con la mirada, quien había salido volando escopetado cuando el juego comenzó -Juventud... Divino tesoro- comenté, por lo bajo, mientras esperaba al momento en el que tener que pegar otro brinco. La verdad es que me sentía muy confiada, puede que demasiado.

Me quedé mirando raro a la geme oscura, Achlys, que me había llamado "Phylipino". Bueno, pobrecilla, no debe de recordar bien mi apellido. Después de todo, no es de los más fáciles. Aparte, los filipinos estaban taaan ricos... Ese mote quedaría para la posteridad, me merezco que me llamen como a un dulce que es bueno, bonito y barato

Happy las había pasado canutas y, ahora, se había refugiado en los brazos de Kirtash, quien lo estaba calmando. Al parecer, este tipo de juegos eran bastante más emocionantes de lo que yo pensaba. Y no me lo esperaba, realmente; pero la adrenalina nunca era mala.

Solamente quedaba yo para divertir a las angelicales gemelitas, que tan adecuado mote me habían encontrado. Así que, decidí que debía arriesgarme un poco: Quien no arriesga, no gana. Como venían a acorralarme a la copa del árbol volando, una por cada lado, para cazarme con su cadena, decidí dar un salto normal, como quien salta a la comba, y hacer como que me pillan y, en el último momento dar un doble salto hacia atrás y caer en tierra firme.

-Ufff, estuvo cerca, niñas- les dije, divertida. No eran lentas, ni mucho menos, pero tantos años de entrenamiento te permitían llegar a hacer maniobras tan ilógicas como esta. Especialmente, cuando es por diversión.

Cuando vi que Kirtash y happy se marchaban a por pescaditos, no pude evitar soltar una risita nerviosa. Les despedi con la mano -Hasta la próxima, chicos- les dije, antes de fijarme en el paradero de las gemelas, quienes supuse que ya estarían a punto de cargar contra mi o de enrollarme con su cadena. Sin embargo, parecía ser que la cadena se estaba volviendo un inconveniente, más que una gran ventaja, como yo la veía.

Entonces, las gemelas me pidieron que les enseñase a luchar cuerpo a cuerpo, sin que la cadena les estorbase para ello. Lo cierto es que yo no era la profesora de combate, pero podría enseñarles lo suficiente de defensa personal, aplicado a su situación, si a la vez lo enfocaba en un punto de vista más... espiritual, y cómodo.

Me acerqué a ellas -Claro que si, niñas. Ahora mismo os enseñaré mediante la práctica. Pero, escuchad bien la introducción previa. Con ella comprenderéis lo que debéis hacer- reclamé su atención, en una actitud bastante más madura de lo habitual en mi modo de vivir la vida. Señalé su cadena -Si, la cadena puede estorbar... Pero, es la prueba de que las dos sois una, a fin de cuentas. El problema es que lucháis como si fuéseis entidades separadas cuando lo que tenéis que hacer es sincronizaros, una con los movimientos de la otra. Si no os sentís parte de la misma alma, no funcionará- les expliqué, lo más fácil que pude enfocarlo. Después de todo, eran niñas, y lo que menos les interesaba era que la viejales les diese la charla. Eso nos pasó, pasa y pasará a todos los niños ^^.

Meemai nos observaba desde la rama del árbol donde se quedó tras despedirse de nuestros dos amigos, que se habían fugado. Meemai siempre era oportuno, por si alguna de nosotras se hería en el entrenamiento. Él sabía que yo iba a recibir heridas, por superficiales que fuesen. Me conocía muy bien. Sin embargo, le comuniqué con una mirada que no debía de estar alerta, que podía dedicarse a jugar. Juventud ballenácea... Divino tesoro.

-Probad a poner en práctica esa teoría tan aburrida contra mi. Con calma. Al principio, no os esquivaré, solamente opondré resistencia a vuestros golpes. Así que, si todavía queréis practicar, os espero- las incité, esperando que diesen todo de ellas, que viesen la cadena como el vínculo entre dos almas y no como a un estorbo entre ellas. Dudaba mucho que pudiesen alcanzar el sexto sentido y unir alma y carne, ya que es complejo para cualquiera de su rango, pero al menos unirían carne con carne y alma con alma. De eso se trataba: sincronía.

Endurecí mi constitución, en actitud defensiva, mientras esperaba su ataque como el blanco fácil en el que había decidido convertirme.

La respiración. El latidos de los dos corazones. Las cuatros alas batiendo sin cesar. Todo en ambas gemelas parecía coordinarse a la perfección, pareciendo un ente en dos, complementando las características de una con las de la otra hasta intentar formar algo imparable. Ellas no estaban al tanto de ello - puesto que estaban demasiado ocupadas jugando y pensando en las cosas más sádicas que pudiesen ocurrírseles - pero iban mejorando, y aunque les quedase un largo camino por recorrer, habían iniciado el recorrido de un gran salto.

Ahora, iban a encararse con la misma Directora, cerrando los movimientos estratégicos que habían intentado detallar en el aire, junto con Locura. Estaban sobrevolándola perfectamente... pero algo fue hacia Aileen, lo que hizo que su vuelo cambiase de dirección hasta esquivar algo rosado que estalló en el aire. Achlys se dio cuenta enseguida de lo que sucedía, y consiguió frenarse y seguir a su hermana. - ¿Qué era eso? - Gritó ella, completamente enojada y fulminando con sus ojos rojos el suelo gélido, en busca del causante de semejante intromisión.

Acercándose, las peliblancas pudieron apreciar la figura de un niño gritón con unas pintas realmente estridentes. Era un niño vaca. - Vale, ese imbécil debe de tener un grave problema mental o algo, porque salir con esas pintas o es una gran carencia de vergüenza o es que sencillamente es gilipollas. - Jajaja, Achlys qué mala eres^^ mírale, dijo que quería jugar... que se una si quiere... - Aterrizaron juntas, al lado de la Directora, mirando fijamente al sujeto recién llevado. Realmente, era extraño.

Todo iba según lo planeado. Las gemelas, siguiendo con las bases establecidas para el entrenamiento, se iban a lanzar sobre mi. Perfecto. Sin embargo, mi oído me avisó de que algo se precipitaba hacia ellas. Por suerte, ambas, con absoluta sincronización, se alejaron del OEVNI (Objeto Explosivo Volador No Identificado). Tanto ellas como yo nos preguntamos qué diantres había sucedido, tan importante, como para interrumpir justo en este momento.

Aterrizaron junto a mi y nos quedamos mirando a un niño-vaca muy mono, pero también muy chiflado, que lanzaba por el mundo adelante algo que parecían... ¿Granadas?
Volví mi constitución a su estado habitual, despreocupada, pero sin confiarme del todo. Me despojé de mi capa y me quedé mirando, con una mano en la cintura en la dirección de aquel sujeto. No parecía ser ofensivo por sí mismo, sin aquellas armas. Así que, en principio, no sería un enemigo a tener en cuenta. Incliné el torso para poder mirarle desde su propia altura, aunque con algo de distancia, preventiva -Hola majo, ¿te llamas Lambo? -pregunté, sin esperar respuesta, con una enorme sonrisa -Si quieres jugar, me parece que nos serás de mucha ayuda, ¿qué te parece? -le pregunté, con un tono de voz entre dulce y entusiasta, para luego imaginarme cómo incluírlo en el entrenamiento sin que se diese cuenta de que no era, precisamente, un juego. O si, podría serlo -Verás, estaba jugando con estas dos niñas pero, como has visto, son muuy, muy fuertes. No soy un rival a tener en cuenta, soy débil.Y, además, ellas son dos. Así que, estaba pensando que, a lo mejor, Lambo-san sí sería capaz de ganarles. Así, Lambo-san sería reconocido mundialmente y tendría gente cada vez más poderosa con quien jugar... Bien, ¿se atreve Lambo-san contra ellas? -dejé caer aquellas palabras, ensanchando la sonrisa y yendo hacia las gemelas, que se encontraban unos pasos más allá. Si aquel ser no aceptaba MIS normas, no se podría jugar y sería yo quien hiciese un precioso Game Over. Si aceptaba, sería el mejor entrenamiento para las arcángeles. Si es que las directoras estamos en todo

Una vez el niño-vaca estaba lo suficientemente lejos como para no oír mis susurros, me dirigí a Aileen y a Achlys para darles instrucciones -No pertenece a la Academia. No tenéis ninguna restricción, si queréis hasta podéis despedazarlo. Yo observaré desde aquí. Si tenéis problemas, intervendré, pero cuento con que eso no será necesario -les dije, con una sonrisa torcida y cruzada de brazos. Oportunidades como esta no se daban todos los días. Meemai saltó hasta mi hombro y me miró. le guiñé un ojo. Debió de sorprenderle el giro de los acontecimientos, pero, de ser Lambo un espía o algo así, esta era la ocasión perfecta para descubrirlo.

Me retiré, un poco apartada de ellos, para darles espacio y esperé el comeinzo del juego, mientras sacaba de la nada un bol enorme de palomitas, de donde Meemai y yo estábamos agarrando a puñados. Esto podría ser bastante divertido. Ojalá K´ estuviese aquí para verlo...
Para dejar de pensar y, solamente, contemplar, me llené la boca de palomitas, para verlo como mi única dificultad y olvidarme de los recurdos inoportunos.