Guerreros del averno
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El comedor

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Anise Tatlin
Nyna Phylicks
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Mensaje  Nyna Phylicks Vie Dic 24, 2010 4:39 pm

El comedor Castillo-comedor
Es el lugar en el que se realizan todas las comidas. Es un salón muy bien iluminado. Contiene una decoración medieval y una larguísima mesa donde cabemos todos al sentarnos.
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Mensaje  Anise Tatlin Vie Feb 18, 2011 3:17 pm

Tras haberme dado un bañito y haber chapoteado como una posesa, me había entrado hambre de repente. Así que, sin pensarlo una sola vez más, me dirigí al Gran Comedor para ver qué podía llenar el hueco que había en mi estómago, que bien grande que era.
Observé todos los alimentos dispuestos sobre la mesa y se me iluminaron los ojillos de la emoción. Tuve que esforzarme para que no me cayese la baba. Decidí atacar los platos con mejor aspecto de todos. Comencé por un muslo de pollo, que fui destripando, acompañado por un porrón de patatas que había agarrado con la otra mano y me costaba evitar que cayesen al suelo. Cuando hube engullido aquel manjar, me serví un montón de espaguetti que devoré en una milésima de segundo y en una tacada, enrollándolos todos a la vez en el tenedor. Me di cuenta de que había tortilla de patata y me lancé a por ella. Cuando la tuve entre mis manos, me dispuse a hacerle caritas con ketchup. Luego, todavía más apetecible, me la zampé de buena gana.
Aún así, seguía sin llenarme ni pizca, así que cuando vi que había lacón, decidí que era mi oportunidad de oro. Así que, me hice con todo el que pude y lo mordí con todas mis ganas. Seguía sin estar satisfecha, pero algo me decía que nunca lo estaría.... El hecho de que casi todo lo que quedaba era pescado. ¡JO! Que yo soy vegepescadiana... ¡Son malos con Anise!

Hinché las mejillas, disgustada, hasta que vi los postres tan deliciosos que había en el final de la mesa y agarré un trozo de bizcocho de manzana con una mano, uno de tarta de queso con la otra. Luego, un bol de arroz con leche. Un poco de tiramisú. Fresas con nata. Y así, hasta la saciedad... Si no se terminaba antes la comida...
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Mensaje  K´ Dash Vie Feb 18, 2011 3:37 pm

Había buscado a Nyna por todos lados, pero no era capaz de encontrarla. Seguramente, se había escondido para fingir que le daba vergüenza, que yo la encontrase y forzarme a ser un chico malo. Si, probablemente ese era el resultado que ella esperaba de mi... Y no la defraudaría ^^

Pero, un inciso... ¿Dónde diablos me he metido ahora?
¡¡Maldito mi sentido de la orientación, que me he pirado a la mesa redonda del Rey Arturo!!!
Piensa, K´. Si no es redonda, no es la mesa redonda del Rey Arturo.
¡Es verdad, es rectangular!
Muy bien, bonito... Very Happy

Tras un encarnizado debate mental, escuché el ruido de alguien autoestrangulándose. O eso parecía. Como me daba miedo que me culpasen de asesino o de cómplice de su autoasesinato, me acerqué. Me puse de puntillas y dejé los brazos colgando hacia delante para no hacer más ruído del necesario. Asomé mi cabeza por encima de su pequeña cabeza. Si esto era la Academia, y no la mesa redonda del Rey Arturo, esta chica debía de ostentar muy poco rango o se dopaba. ¡Si, seguro que se dopaba y había engañado a mi inocente Nyna! Mala pécora....
Pero, no pasa nada, que un día de estos pienso armar una "Operación Galgo" que aquí sale positivo quien tenga que salir. Y si no, golpe de remo con mi polígrafo... Así seguro que reacccionan todas Cool
Decidí comportarme debidamente con la sospechosa. Así que, saqué de mi chaqueta el metro y comencé a tomarle las medidas, enrollándo el metro a través de ella -60 40 60... -murmuré para mi mismo. Pero bueno, ¿porqué se doparía? Si todas sus medidas creciesen unos centímetros sería una chica muy mona y mayor. A estas mujeres guerreras de hoy en día no había quien las entendiese. Que, por cierto, a saber lo que pensaría de mi la chica al verme midiéndole las curvas.

-Esto... Buenas mañanas. Me llamo K´Dash, seré vuestro profesor de Combate. ¿Cómo lo llevas? -me presenté, mientras observaba la cantidad de platos vacíos y las pocas personas que estaban comiendo. La mayoría habían dejado de comer para mirar a la pequeña con cara de awesome. Solo se me ocurría una explicación -Oye, oye. Tú, tan joven, ¿no serás ya un sex-symbol, ¿no? Ya sabes... Esas señoritas que quitan el hipo -le pregunté, con toda la inocencia del mundo. la chica engullía y engullía. La gente no le quitaba ojo de encima. O eso, o solo es famosa... Qué chica tan extraña. Aparte, cuando la había medido, me había percatado de que había un muñeco a su espalda. Me quedé contemplándolo embobado unos instantes. Se parecía a Tomás, el niño del Orfanato. Oh, no...
Oh, no...
Oh, no...
Me habían convertido en el protagonista de una peli de terror. Esa niña estaba maldita, su muñeco iba a hacerme jugar con fantasmas hasta que solo pudiese ver a los muertos y cuando mi cuerpo se hubiese separado de mi alma, me comería. NO, soy demasiado joven para morir...
Me rodeé con los brazos, para tratar de protegerme del posible ataque de la chica, mientras temblaba ligeramente.
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Mensaje  Anise Tatlin Lun Feb 21, 2011 5:55 pm

Mientras vaciaba una bandeja entera de galletas y pastas deliciosas en mi boca, como si fuese un embudo o algo similar, noté que algo se me ceñía contra el cuerpo. Casi me ahogo en ese preciso momento. Me atraganté. Comencé a toser y toser sin poder frenar, no podía respirar. Por suerte, se me ocurrió bometerme un buen puñetazo en la boca del estómago y mis vías respiratorias se liberaron por completo. Inhalé el precioso oxígeno, que me había sido arrebatado previamente y, lo solté de golpe en un profundo suspiro, con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja. Por fin, calmada.

De repente, escuché que alguien se había atrevido a cruzar un par de palabras conmigo. Se había presentado como Kedas, o algo así, el profesor de combate.

-Hola Profesor Kedas. Yo estoy muy bien, ¿y usted? ¿Cuantos años tiene? ¿Me deja sus gafas de sol? ¿Me va a pegar? ¿Quiere un pastelito? -pregunté, dando saltitos alrededor del peliblanco, hiperactiva y muerta de la curiosidad. Entonces, dejé de acribillarlo a preguntas para darme cuenta de que él me había preguntado otra cosa. Me quedé pensativa, pues no tenía ni idea de qué me estaba diciendo -¿Sex... Symbol? ¿Quitar el hipo? -me pregunté a mi misma en voz alta, mientras apoyaba la cabeza en una de mis manos.
En mi cabeza, se formó la imagen de una mujer que asustaba gente con una sábana rodeándole la cabeza y una cadena colgando del pie. Pero, lo que yo no sabía que eso era un Sex Symbol. Yo creía que a eso se les llamaba fantasmas.

-No, hombre, claro que no soy un Sex Symbol. No tienes que tenerme miedo, ¿no ves que yo habito en los castillos, pero que no los patrullo de noche, que entonces estoy durmiendo? -traté de convencerle, con una mano en su hombro, ya que parecía asustado. Estos profes de hoy en día veían demasiadas pelis de terror.
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Mensaje  Eileen Summers Lun Feb 21, 2011 8:35 pm

Había pasado toda la mañana paseando por el castillo y los alrededores de la Academia, lo que sería mi nuevo hogar. Aunque, ahora que lo pensaba, aun me faltaba el comedor. Miré a mi derecha, que a simple vista no había nada, pero sabía que Mew estaba ahí, podía escuchar como me hablaba. Con la lanza colgada del cinturón, caminé con tranquilidad y entré en el edificio.

Al llegar al comedor, observé que no había mucha gente. Quizá no todos tenían hambre a esta hora, pero yo no podía ignorar más a mi pequeñín, que por su culpa ahora me apetecía comer. Me senté en un asiento libre sin prestar atención a los demás y me serví en mi plato un poco de arroz y verdura. Rebusqué en una bolsita que tenía colgada del cinturón y saqué unas bayas colocandolas en otro plato.

Observé como Mew volvía a hacerse visible y empezaba a comer con alegría. Le acaricié la cabecita y sonreí mirando a los demás durante unos segundos antes de volver a centrarme en mi plato.
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Mensaje  Asbel Lhant Jue Feb 24, 2011 6:31 pm

Entré en el comedor, algo cabizbajo y con las manos en los bolsillos, a paso lento y calmado, como si el tiempo no afectase a mi vida, como si nada fuese efímero y durase para siempre. Era bonito creer esas utopías, pero no podían durar para siempre, y menos entre los crujidos de mi estómago, que desconcentrarían a cualquiera que se encontrase en las proximidades. Por suerte habían parado, de momento, así que debía de apurar y llenar el estómago lo más que pudiese. Lástima que algunos ángeles comamos la misma cantidad de comida que ingeriría un pájaro de nuestro mismo tamaño. Ironías de la vida...

Cuando alcé la cabeza, fue para ver que a Mieu le centelleaban los ojos de la emoción y no podía dejar de admirar todo el comedor, pues era la primera vez que lo traía. Aún así, por algún motivo, me molestaba bastante que fuese siempre tan emocional.

Haciendo uso del aro que le cubría la cintura como si se tratase de un flotador y que le ayudaba a poder hablar nuestro idioma, Mieu, de la raza de los "Cheagle", se fue volando a dar un par de vueltas por el comedor. La primera vuelta lo llevo a pararse justo delante de la cara de una mujer alta y esbelta que, a juzgar por su vestimenta y sus ojos rasgados por las peripecias que debió haber vivido, me atrevería a afirmar que era una profesora de la academia. También su mascota estaba presente en ese momento. El bichejo azul y regordete, de ojos grandes más redondos que el contorno de su propio cuerpo sonrió y empezó a berrear, como siempre
-Encantado de conocerles a los dos, Señorita. Mi nombre es Mieu -exclamó él, como si lo dijese para todo el salón -Quienes debieron de enterarse. Seguro-, con su sonrisilla y esa voz tan aguda que nunca comprenderé porqué poseía, si era un macho, por niño que fuese.

Mieu dio un par de vueltas, alegremente, alrededor de la profesora, nadando como si estuviese en una clase de natación -Nunca más volveré a acercarlo a la gente...- , tras lo quese dirigió junto a más gente de los alrededores, a saludarles con la patita. Acto seguido, se paró junto a una pareja, que parecía estar haciendo el payaso todavía más que él. Le seguí hacia aquel par de individuos extraños y aberrantes, para vigilar que no le pasase nada malo.
Cuando Mieu me vio llegar, se dirigó a ellos
-Señor Morenito, Pequeña Damita, Mieu os quiere presentar a su Maestro-sama -y me señaló, con una pata, alocado y revolucionado -¡Maestro-sama, Maestro-sama! Me alegro mucho de que me haya traído a este sitio tan impresionante. ¡Hay mucha comida, fíjese en cuantos platos hay sobre la mes...! - su ciclo de gritos sin fin se vio interrumpido por mi mano, que se posó en su boca y le agarró toda la cabeza, para posarlo sobre una silla, al lado de donde yo comería, prácticamente al lado de aquel lugar -¡Cállate, cosa! -le ordené, mientras lo soltaba, para dejarle que inhalase algo de oxígeno.

Mieu tomó una bocanada enorme de aire, para luego suspirar, sintiéndose ya liberado del agarre y soltó un pequeño gimoteo, que delataba que quería llamar mi atención y que me sintiese orgulloso de él y que sabía que, una vez más, no lo había conseguido. Me alegraba carecer de aprecio hacia los sentimientos ajenos, de cualquier tipo, ya que sino podría haberle hecho caso.

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Mensaje  K´ Dash Vie Feb 25, 2011 8:34 am

Como si un impulso eléctrico me estuviese recorriendo las entrañas, perdí el control de mi mente con una ligera convulsión. Entonces, me parecía como si tuviese una radio en la oreja que ponía música disco, pero supuse que era mi imaginación, porque nadie me miraba de un modo más extraño que de costumbre. Sin saber cómo, me vi envuelto en una avalancha de preguntas por parte de la joven que parecía un Sex Symbol. Mi cerebro, con muuuucho esfuerzo, memorizó las preguntas, estructuró las respuestas y respondió, de modo robótico -Estoy muy bien. Tengo la misma edad que la Directora. Si me quitas las gafas, te convertirás en una estatua de Sex Symbol. No lo tenía pensado, pero puedo pegarte, si te hace ilusión... Comer pasteles oxida mis cuatrocientos hámsters informáticos. Mic, Mic -y, tras oírme contestar como si fuese uno de estos modernos autómatas, me enfadé y comencé a tener un debate mental por el control de mi cuerpo.

-¡Eh, maldito montón de chatarra, devuélveme mi cerebro!
-Negativo. He de controlar tu vocabulario.
-Cierra el pico, Boca-Buzón. Como no me devuelvas mi cabeza, empezaré a pensar en cosas para mayores de 18.
-A ti se te ha aflojado un tornillo, mic, mic. Te vas a enterar. Activando generador de insultos...
-¡Hoy vas cenado pa casa, maldita lata con patas! *smash, crown, pim, pam, pum, toma lacasitos* Ale, gané, viva la Pepa.


Y, justo recuperé la consciencia en el momento en que la chica trataba de tranquilizarme, por algún extraño motivo. Volví a asustarme del muñeco que estaba con ella y respondí, con ojos desorbitados -Bueno, te creeré, pe-pero solo porque soy bueno. Soy bueno, y por eso Papá Noel me trae muchos regalos siempre. Y po-por eso... ¡Dile a Tomás que no me mate! -le pedí, mientras miraba mal al dichoso muñeco, que le colgaba de la espalda y que me miraba como si yo ya fuese un fiambre en su imaginación. ¡Pamplinas Constantinas!
Aunque, bien mirado daba miedo de lo feo que era, pero eso no era motivo para dejarme amedrentar, que yo de pequeño era mucho más feo y, sorprendentemente, nunca maté a nadie del susto.

Me sacó de mis pavorosas cavilaciones, que un alienígena de color azul, pues los verdes debieron de haber pasado de moda, venía gritando por todo el comedor, presentándose como "Mieu". Esos ojos relucientes no podían engañarme, y esa sonrisita bobalicona no podía conquistarme. Seguramente, ese alien sería cómplice de Tomás. Era probable que viniese a ganarse mi confianza para que le diese la mano, mi preciosa mano. Y, cuando tuviese mi mano, morderla y... ¡Zás, en todo mi brazo! Pero, pobre de él como se le ocurriera porque le haría un... ¡Zás, en toda la boca!
Sin embargo, el pobre alienígena emocionado, que parecía pariente de los Teletubbies, pues ellos llevaban algo parecido en la cintura; se dio de bruces con la mano de su "Maestro-Sama"(¿?), que parecía querer apresarlo y maltratarlo. Já, lo que no se esperaba Maestro-Sama era que su alienígena teletubbieano tenía un lado oculto siniestro y malvado y que lo usaría contra él, para convertirlo en su comida de hoy.
Eso pensaba.
Por el contrario, el alien se quedó sentado y frustrado. Seguramente, estaba pensando acerca de las carencias afectivas de su infancia. ¡Pobre alien! ¡Ser del mismo color que un Pitufo no te quitaba el derecho a tener tus sentimientos y tu corazoncito!
Me acerqué a la silla donde le había sentado el pelirrojo y le agarré una patita entre mis manos -Mieu, no te aflijas, sabes lo mucho que vales... -le dije, mientras lloraba y moqueaba en abundancia -NO. No insistas, no te obstines en derramar lágrimas en vano, que se precipitarán hacia el vacío de la memoria, hasta perderse en el alzheimer -me llevé una mano al pecho y comencé a sollozar -Yo te comprendo, Mieu. Tu Maestro-Sama no te quiere y tú te sientes solito, porque te pega como si fueses una muñeca hinchable que no puede resistirse y no tuvieses sentimientos... snif, snifff. Pero, no temas, Tito K´ Dash te comprende, y siempre tendrás en él un amigo -le contesté, con los ojos relucientes.

No obstante, divisé en la lejanía a una mujer de larga melena trigueña, que parecía no ser una criaja más en un criadero de luchadores espartanos con pañales. Es decir, una profesora, como yo. Bueno, no, yo sería un profesor, y se me notaba Cool
Me volteé y saludé a Mieu con la mano, como hacen en las películas cuando se despiden yendo de duros por la vida. Me sequé las lágrimas y los mocos y con un pañuelo que tenía dibujados un lápiz y un helado, humanizados infantilmente, que jugaban entre ellos al corro de la patata. Una vez terminada dicha empresa, me dirigí hacia la señorita, que estaba junto a su mascota, que comía que parecía que se le iba la vida en ello.
Puse acento gitano -Zenhoritah, jamáhs había vihsto io la verdadrera bellesa hahsta que la vi a usté. Dizculpe la pregunta, Zenhoritah, pero eztoy buhscando a Nyhna Philiphs para que me haga seh profehsor. ¿Podría ayhúdar al usté entoncé ael pohbre K´ Dahs? -le pregunté, mientras hacía algún que otro movimiento andaluz con la mano y dejaba caer mi nombre, presentándome sin formalidades, pues se me daban fatal.
Tras terminar el numerito, creí haberlo bordado. Con actuaciones de este calibre, era sencillo quedar como un auténtico galán.
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Mensaje  Anise Tatlin Sáb Feb 26, 2011 4:00 pm

Cuando el profesor K´ Dash comenzó a responder mis preguntas con una avalancha de respuestas, cortas y que parecían un discurso elaborado e incesante, no pude hacer otra cosa que asentir con la cabeza hasta que dijo algo que me hizo pensar que era un gorgone. Si, eso explicaría esas gafas de sol la mar de majas. Me ofreció pegarme -No, gracias. Yo misma acabo de pegarme a mi misma para no espicharla. Esto... ¿Te oxidas? Shocked -pregunté, perpleja, sin comprender cómo era que los gorgones se oxidaban. A lo mejor tenían alguna conexión con el metal, pero me extrañaba, porque recordaban más a una roca hecha persona.
Entonces, parecía todavía más asustado que antes, que ya era decir. No había quien entendiese a los mayores. ¿Cómo podían ser tan asustadizos si, supuestamente, eran más fuertes que nosotros, los niños? A lo mejor era todo pura fachada. Y, en medio de su miedo, me pidió que "le dijese a Tomás que no le matase", señalando a mi querido muñeco
-¿Quien es ese tal Tomás? Oh... No, te equivocas; este muñeco tan simpático, mi amigo, que siempre llevo conmigo se llama Tokunaga. Tiene el mismo nombre que tie... Tenía mi mayordomo. Parece ser que se marchó de casa y, como le echaba de menos, lo bauticé así -le conté, sin saber porqué lo explicaba. ¡Es solo que Anise se sentía sola! Madre y padre ignorándola y descansando porque no tenían aguante jugando y Tokunaga se daba a la fuga. Nadie quería a Anise... Pero Anise quería divertirse junto al profesor -Profe Kedas, Profe Kedas, si quiere, puedo enseñarle como hago vudú utilizando a Tokunaga. ¡Es apasionante! -le propuse, ilusionada, bastante segura de mis habilidades con la aguja. Aunque, para ser sincera, sólamente había dado resultado con un gato callejero. Bien pensado, lo más probable es que hubiese sido una coincidencia y al gato no le hubiese dolido el corazón por el vudú, sino por un infarto, o algo así.

Escuché una voz chillona que provenía de, casi, el otro extremo de la mesa y era un bichito muy simpático que se llamaba Mieu y que nos quería presentar a nosequien, un tal Maestro-sama
-Hola Mieu. Yo soy Anise Tatlin. Es un placer... Conocerte -traté de decirle, pero no pude completar la frase, ya que el tal Maestro-sama le había perchado por la cabeza para sentarle a comer. Violencia... ¡Era un método disciplinario horroroso! Me rechinaban los dientes del cabreo que estaba pillando al contemplar la escena de maltrato, tanto físico como psicológico. Enfadada, me dirigí ante aquel delgado alfeñique de aspecto estirado, y que parecía tenérselo realmente creído, para exigirle una explicación ante tal mal comportamiento, antes de decirle un par de cosas bien claras. Le di un par de toquecitos en el hombro, para que se girase -Oye, tú, Maestro-sama, o cómo quiera que te llames; no sé quién te crees para tratar así a alguien que te aprecia de ese modo, se ve que Mieu te quiere de verdad. No puedo perdonar a la gente egoísta y desconsiderada como tú. Pídele disculpas o... -me interrumpí a mi misma unos segundos, para sacar mi arma, aquella cruz que usaba para apalizar a la gente mala como Maestro-sama -Despídete de continuar, viviendo, a su lado -le advertí, con el ceño fruncido y concentrada en que todo esto se pudiese arreglar sin escribir un nuevo epitafio.
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Mensaje  Maya Masuwaka Mar Mar 15, 2011 8:42 pm

Después de pasarse toda la mañana y parte de la tarde explorando el castillo,Maya decide ir en busca de algo de comer... A lo lejos oye voces de algunas personas y decide seguir en esa dirección. Llegando así a un enorme comedor con una larga mesa llena de comida y algunas personas alrededor de ella, parecen estar debatiendo algún asunto o mas bien discutiendo. Mira alrededor sin hacerles mucho caso y de repente ve una enorme bandeja de ensalada de pasta-WOOOW!-se queda perpleja y se lanza a por ella,sirviendose un plato hasta arriba, comienza a comer pero recuerda que hay mas gente y rie ante el hecho de que se olvido presentarse-Eto....Hola!! bounce -mira a los presentes sonriendo cuando de repente ve a Anise entre ellos.Su sonrisa se borra automaticamente-Oh vaya!debo de ser gafe,me he metido en una academia para idiotas!!!-mira fijamente a Anise-Pues menuda mierda.
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Mensaje  Asbel Lhant Miér Mar 16, 2011 4:06 pm

Un plato de sopa se había colocado estratégicamente y por sí mismo delante de mi, así que, comencé a comer sin tardanza alguna. Era sopa de letras. Nunca pensé que vería una que estuviese sin imprimir, y mucho menos, que fuese comestible. Tenía un sabor delicioso y estaba con el punto justo de sal. De no ser tan vago, iría a la cocina a felicitar al chef que la hubiese preparado. Estaba disfrutando la sopa, pero algo me molestaba. Era un individuo de aspecto primitivo, que parecía no comprender ni la mitad de lo que estaba sucediendo, sino que se inventaba él mismo, en su mente, la acción. Resoplé, mientras veía cómo a Mieu casi se le saltaban las lágrimas con aquel patético discurso. Era un discurso de poca monta... "¿Lágrimas que se pierden en el alzheimer?", "¿Tito K´ Dash?" ¡Creced un poco de mentalidad, que ya tenemos nuestros años!
Ya, hablando de edad, la de ese hombre, de piel morena, era cercana a la del resto de profesores. Recé, interiormente, para no tener que ir a ninguna clase dada por un energúmeno semejante. Por suerte, se marchó a hablar en un dialecto extraño a la mujer que se había sentado al otro lado de la mesa y que, por lo menos parecía tener un par de dedos de frente. Ojalá le pegase una buena bofetada, por baboso. Las mujeres eran superiores a los hombres y a ese, en especial. Deberían dejar de tratarlas como a objetos y tener un poco de caballerosidad. Hay formas mejores y menos patéticas de dar escarmientos a aquellas que, realmente, se lo mereciesen.

Cuando la voz de una niñata -Si, justo eso era- me sacó de mis cavilaciones, me di cuenta de que todos habían asimilado "Maestro-sama" como mi nombre, y que me trataban como a un tirano. Qué decepcionante...
-¡Asbel Lhant! -me presenté, mirando con desprecio hacia la infante, a la vez que me levantaba de la silla, dispuesto a hacerle frente, si ella así lo deseba, mientras ella me amenazaba con alejarme de Mieu.

Mieu, al ver que era su culpa que hubiese empezado todo ese embrollo, se puso nervioso y pegó un salto de su silla. Vino volando hasta quedarse en medio de la cría y de mi -No, Anise-sama. Maestro-sama me cuida y, por eso, me quedo con él. Yo sé que él me quie... -no completó la frase, debido a la mirada fulminante que le lancé y, resignado, se apartó de mi camino. Cabizbajo y con los brazos muertos, gimoteó. Una lágrima se deslizó por su mejilla de conejo. No quería que peleásemos.
Le posé la mano en la cabeza, a modo de caricia. Odiaba que se pusiese tan sentimental, pero también odiaba que sufriese por nada. Mieu era uno de los pocos seres puros que poblaban la faz de la tierra y, por eso era débil. Aunque, también me daban más ganas de protegerlo, sabiendo eso. Sólo él podía ser mi compañero. Sólo él valía la pena.
Dirigí mi mirada hacia la cría, que ya empuñaba un arma entre sus manos. Una cruz. No alcanzaba a comprender cómo pensaba derrotarme con esa cruz, pero no pensaba quedarme quieto para averiguarlo
-Anís, o cómo quiera que te llames... Me trae sin cuidado. Ya le has oído. No quiere que le ayudes -le contesté, con mi tono neutro y serio -Además, las jovenes damitas como tú no han de ser tan groseras. Una vez obtenida la belleza, una mujer ha de aprender a ser bella por dentro -le expliqué, sosteniendo su barbilla entre mis dedos pulgar e índice. Hablé como si yo fuese un entendido en la materia y, lo cierto es que, no había visto crecer a ni una sola mujer. Me limité a manifestar mi opinión -A las niñas malas les termina pasando esto... -acerqué mis labios a los suyos y la besé. Poco tiempo. No quería parecer uno de esos depravados que violan jovenzuelas. Al contrario, quería alejarla de aquella depravación. Un castigo, una lección, una moraleja. Se suponía que así se educaba a las niñas para que, más adelante, supiesen pensar por sí mismas.

Mieu se posó en mi hombro, mirando con los ojos entornados, de la curiosidad.
Cuando solté a la niña de coletas, escuché a otra de lisa melena rosada -Igual de escandalosa- que, sucesivamente: Se abalanzó sobre una fuente de pasta, ríe y se presenta, su cara se deforma hasta el extremo contrario. Una señorita MUY lógica Rolling Eyes
Respondí a sus alaridos
-Hola... En primer lugar, no creo que ningún miembro de esta Academia te haya dado pie a tomarte la confianza de llamarnos "idiotas". Y mucho menos, cuando formas parte de ese conjunto al que insultas. En segundo lugar, a ver si dejas de ser tan chillona, niña. Ah, y en tercer lugar... La mierda, toda para ti -contesté, hablando con elocuencia y rapidez, a la vez que un profundo desprecio, que se proyectaba a través de mis ojos cristalinos.
Me paré a observar la escena y vi que miraba fijamente a la criaja infantiloide de antes. Debían de conocerse. Dios mío, tú las haces y ellos se juntan.



FDR: Lo siento por el post, Eileen, pero ya pasó mucho tiempo, así que seguimos. Si quieres, reincorpórate luego...
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Mensaje  K´ Dash Miér Mar 23, 2011 10:33 am

Como la profesora no me contestaba, esperé unos interminables minutos. Sin embargo, no me contestaba. Y no le veía lógica de ningún tipo, dada mi belleza sobrenatural y mi extraordinario don de gentes, dones plus, que saliron conmigo del útero de mi madre.
Como no entendía ni torta, le pasé la mano por delante de la cara como un abanico, esperando que reaccionase. Pero nada. Entonces, empecé a emitir ruidos de animales con voz de niño de tres años, uno tras otro, para ver si eso la asustaba y, por fin, despertaba -¡Miaaaaaaaaaaaaaau! ¡Oink, oink! ¿Guauf? ¡Hiii! ¡¡Iiii-ooonh!! Grrrrr... ¡Croac! - y luego comencé a toser un par de veces, ya que mi garganta se había resentido con la imitación. Al ver que seguía sin reaccionar, acerqué mi cara a la suya, como haciendo el amago de morderle la nariz. Sin embargo, seguía igual -Pero bueno, ¿estás meditando o qué? Shocked -pregunté... Retóricamente, ya que la mujer continuó sin pestañear, siquiera. Tal vez, lo que sucedía era que Tomás la había convertido en una estatua de sal. Sí, eso debía de haber sucedido con la pobrecilla... ¡¡Qué poco dulce era Tomás!!
Por mi propia seguridad, ya que ese estado de hibernación que te hacía parecer un pepinillo en vinagre podía ser contagioso, me alejé lentamente de ella, para luego ver como una niña de pelo rosa a la que le saltaba la cabeza de arriba a abajo se presentaba. Me quedé mirándola de arriba a abajo. Mi cara podía expresar mi miedo mejor que cualquier palabra que saliese de mi bocaza de pasmarote. Seguro que esa niña, que se tiraba encima de la comida, por diversión, venía a comernos a todos, se iba a autoatragantar con nosotros y hacer que muriésemos con ella en plena fase de ahogamiento colectivo. ¡¡NOS IBA A ENGULLIR MIENTRAS LE REBOTABA LA CABEZA!!

¡Ahora sí que ma había asustado de verdad! Tenía que huir.
En medio de mi alocada carrera para escapar de la niña a la que, en vez de rebotarle los melones, le rebotaba la cabeza como si tuviese un resorte enganchado; mi pie se incrustó por sí mismo en un cubo lleno de agua para fregar el suelo. Tropecé y tuve que hacer equilibrios, saltando sobre la pierna apresada, con los brazos cruzados y extendidos, sucesivamente, y la otra pierna levantada y tratando de estabilizar al resto del cuerpo.
Muchos de los presentes, por alguna razón, se emocionaron y aplaudieron efusivamente, mientras se reían. ¿Qué concho era lo que les hacía tanta gracia? -¡Si serán hijos de puta! ¡¡AYUDADME!!- nada más exclamar aquello, un niño se alzó sobre la mesa y se tiró como un misil hacia el suelo... Y allí quedó. Otro niño se bajó los pantalones mientras bailaba el hula-hula andando en círculos. Una niña se puso a bailar la macarena con una fregona en la cabeza y otro se puso a autoazotarse mientras gritaba "OHH, yeah. Miradme, soy K´ Dash". La expresión facial se me descompuso todavía más que antes -¡A hacer el rídiculo no! ¡A hacer el rídiculo NOO! -grité, justo para conseguir que el exaltarme me hiciese perder el equilibrio y me tropezase con el niño-misil que estaba tirado en el suelo, sabe Dios intentando imitar qué tipo de hibernación; y me caí de culo. Bueno... Casi. Me reincorporé en el último momento, con la mala suerte de que una escoba se me quedó metida en la parte de atrás del pantalón y se me veía la hucha y el palo de la escoba, que se balanceaba de un lado para otro y agitaba los pelos que tenía en el otro extremo. Intenté quitármela, pero sólo conseguí andar en círculos, como un auténtico idiota y tocarle, sin querer, un pecho a una jovenzuela. Que, por tener, solo tenía un par de bultos pero, sus amigos vinieron en piña a pegarme un par de leñazos. Estaba en condiciones en las que no me podía defender y me dieron de leches hasta en el carné de identidad.
Estuve a punto de querer explicarles que yo "no hubiese tenido intención de palpar una... Planicie". Pero, el poco sentido común que, a veces, afloraba flower en mi persona, me dijo que no era buena idea. Así que, recibí los golpes y luego, continué tambleándome, como si nada... Sólo un poco más atontado que de costumbre.

Una niña, por pura pena, me colocó una tirita en una zona que me estaba sangrando. Le sonreí..: pero estaba delirando en demasía. Unas palabras que había escuchado anteriormente comenzaron a sucederse en mi mente: Ayudar, Vudú, Idiotas.
Entonces, mi mente, como con un acto reflejo, agarró un alfiler ,de por ahí cerca, y se lo clavó en la muñeca. Empecé a cantar gorgoritos del dolor y, poco me faltó para dar una ópera. En medio de las espléndidas notas musicales que salían por sí solas de mi garganta, salió la única frase inteligible -¡Aaaaay, Criiiisto, cooomo tee compreeendo! -y, entonces, caí redondo al suelo, con la pierna del cubo levantada, la escoba todavía moviéndose como si tuviese vida propia y la tirita algo oscurecida de la mugre del suelo.
Una vez me quité el alfiler, la sangre hizo un minigéiser y comencé a reflexionar sobre mis andanzas -Hay que ver lo duro que es querer echar un polvo con los tiempos que corr... No, ya no se corren... paliza -y me quedé tirado, mientras escuchaba una discusión, que iba asimilando al mejor ritmo que podía. Aunque, todo se iba emparejando, poco a poco, con el Maldito Tomás.
Cuando procesé la información, lo poco que era capaz mi cerebro, fue identificada en la categoría: "Alumnitos peleándose". A esto había que ponerle fin. Los alumnitos tenían que quererse... ¡Tenían que quererme!
¡Queráaaamonos!
Mientras, me bebí una cantimplora llena de vino, entera, de un solo trago.
Empecé a ver todo movido y a verlo con peores, mejores y delirantes pulgas. Variando, a ratos. Me había vuelto un poquitito tripolar. Cambiaba de humor por segundos.

Me levanté, entre delirios febriles y con mi tan lamentable aspecto, para dirigirme hacia el tío, que acababa de besar a la dueña de Tomás -Eh, tú... Ya no mereces que te llamemos Maestro-sama. Nos has decepcionado. Ahora te llamaré por tu nombre- le dije, para luego quedarme pensando unos instantes acerca de cómo dijo que se llamaba. Cuando lo creí recordar, lo solté todo convencido -Luzbel Ant. A las señoritas no se les puede obligar a tomar un beso, si no están dispuestas. El día que me toque daros clase de Orientación Sexual, verás que se llama "violación" y que no es legal. O sea, vas a la cárcel y yo creo que no cunde. Lo que tienes que hacer es camelarlas... Ya sabes... legalmente... ¡¡¡¡JUJUJUJUUU!!!! afro -le aconsejé, mientras me reía como una auténtica maruja que acaba de descubrir un nuevo cotilleo . Y no solo eso, sino que le di un codazo y luego me alejé de ambos un par de pasos, aunque arrastrando el cubo.

-¡Hiiic! Jovenshitos. Em cuantho a vueshtra discussión, será mejorrhr quiie lha teerrrhrminéis pero iiia. Es el prouopio Mieau quien ahj de erleghir a su anmo. Y, shi no, poz jugháoslo a un torrneo de pehsca, foyingh, o argo, ¡yo qué sehé! Pero,¡ atchús! No peleéish iia a eszzztas alturas del currrso, hic, joliiines, jopetaaaash. Joeppeelines, jopelaaaainas -les dije, muerto del asco ya. Me dolía hasta la punta de la oreja y veía todo moverse tanto que, si me hubiesen preguntado lo que había dicho, no hubiese podido asegurarlo, ni recordarlo. Lo único seguro es que estaba, todo el rato, alternando entre una mirada extasiada, una enfadada y una que se reía sola.
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Mensaje  Anise Tatlin Miér Abr 27, 2011 11:21 pm

Me quedé perpleja cuando el profesor comenzó a hacer vudú consigo mismo. Me encogí de hombros mientras le miraba; me había ahorrado la parte de hacer el trabajo sucio. Al observar con detenimiento la sangre que manaba de su muñeca, como si se estuviese a punto de suicidar, se me cayó la baba, literalmente. No tardé en limpiármela. Cualquiera podría pensar en mi como mestiza de vampiro y squallo, y yo era sangrepura. Hay cosas que no se han de mezclar... Entre ellas mi interés por la comida con lo referente al desangramiento del profesorado. Yo no tenía la culpa de que, en ese momento, tirado en el suelo como estaba; el profesor pareciese un flan con nata (su pelo) recubierto con sirope de fresa (Su sangre).

Me sobresalté, y dejé al profesor a su suerte (ojalá le fuese bien), cuando el tal Maestro-sama se levantó de golpe, para encararse conmigo, a lo que respondí, como un gallo; sacando "pechonalidad", para intimidar al rival, aún teniendo poca...
Al parecer, el chico se llamaba Asbel Lhant. Un nombre demasiado bonito para un canalla de tres al cuarto, como él. En el preciso momento en el que le iba a arrear un mamporro, Mieu apareció, interponiéndose entre ambos. Al parecer, le entristecía el conflicto entre ambos. Me quedé boquiabierta ante su bondad y consideración. Y, sobretodo, porque decía que el Asbel éste le cuidanba. No daba crédito a mis oídos. No supe qué decir, ni qué hacer. Mieu rompió a llorar, aunque parecía tratar de contenerse con todas sus fuerzas, por temor a la reacción de su Maestro-sama, quien, para aumentar mi sorpresa; lo recibió con un gesto cariñoso y lo calmó.
Eh-Eh-Eh. Espera... ¿Es que ese tipejo albergaba cálidos sentimientos hacia alguien?
La barbilla se me descoyuntó más que el día que, accidentalmente, le pegué un mordisco a una roca. Y el pelirrojo lo aprovechó para intentar devorarme. Sin embargo, no parecía funcionar, y solo me succionó los labios. A lo mejor, me estaba degustando... ¡Pero, es que, yo no le había dado el menor de los permisos! Shocked

Iba a enfurecerme más, por orgullo. Pero, me llamó más la atención la reacción del profesor, quien no parecía, precisamente, recuperado. Hablaba de cosas a las que no veía demasiada relación: Asbel (Luzbel, para el profe), Sexo, Leyes, Charlas. Seguramente, no quería verles relación, que es otra cosa. Al menos, me defendía, que ya era algo.
-Esto... Gracias, Profe Kedas. Pero, ¿quieres que te acompañe a la enfermería o algo así? -pregunté, sin dejar de preguntarme cómo había hecho para avanzar un escaloncito más en la subnormalidad, si estaba a punto de espicharla. Pensé que algo de azúcar le haría sentir mejor, así que, con mi mejor intención, le acerqué un trozo de tarta de mora. ¡Era muy revitalizante!

Estaba planteándome si, yo sóla sería capaz de llevar al profesor hasta la enfermería, cuando escuché los gritos de una voz chillona y llamativa, que tan bien yo conocía. MAYA. Y nos llamaba idiotas... Ella, que siempre me había intentado copiar en mi afán comilónico, y nunca lo había logrado. ¡Eso sí era, realmente, estúpido!
-¡Tú, otra vez! Tú eres... ¡¡Maya Waka-Waka!! -exclamé, tapándome la boca con una mano. Con la otra, me acercaba, disimuladamente. un batido de fresa, en pack y con pajita -Ahora sí que creo que el destino me está puteando. ¿Y, Sabes? Me molestaría en contestarte, pero me amargaría mi graan dulce día y, aparte, ya te autodegradas tú solita -contesté, sin poder creerme que siguiese tan petarda como siempre.

Desvié la vista de ella, para dirigirme al Asbel, a quien no le había cantado las cuarenta todavía
-¡Desconsiderado!, ¡Patán!, ¡Sobón! La próxima vez que desees saborearme, al menos, ten la decencia de pedir permiso. Con tanto bajón de azúcar por acción solar, ni los ángeles con alitas son dulces hoy en día... No -murmuré, y le di la espalda, decepcionada y, yéndome, decaída.
En medio del camino que estaba tomando, me di la vuelta y me abalancé sobre la mesa, salvajemente. Agarré un montón de comida y la metí en un solo plato grande, donde me lo fui comiendo por ahí. No me molesté en despedirme, sólo me marché de allí riendo y feliz, como alma que lleva el diablo; mientras trataba de no babar el suelo.
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